Esta pelĂcula me atrapĂł hace unos aĂąos, cuando pasaba un momento difĂcil. Y como en casi todas las grandes pelĂculas de mi vida me pillĂł de sorpresa, tras un doble click tirado al azar sobre un mar de archivos. Al igual que en aquellos tiempos, en los que uno se perdĂa buscando tesoros en los infinitos planetas irisados que venĂan con las revistas.
Y asĂ, sin preguntarme porque, ocupo el sitio como mi pelĂcula favorita. Seguramente porque era el momento perfecto para verla. Llego como esa pieza del puzle que la encajas y justo te deja ver lo que serĂĄ la escena completa. O quizĂĄs sea porque a veces yo me siento un poco Jep Gambardella, viejo y cansado, pero todavĂa sorprendiĂŠndome por los ‘destellos de belleza’ que pasan fugazmente, que te capturan, pero que te dejan el amargo sabor de aquello que no puedes atrapar en el tiempo.
Mi ilustraciĂłn no hace justicia a la poesĂa que surge de las imĂĄgenes y de la mĂşsica de esta pelĂcula. Recoge las palabras de la escena final, que pongo a continuaciĂłn.
âFinisce sempre cosĂŹ, con la morte,
prima però câè stata la vita,
nascosta sotto i bla bla bla bla.
Ă tutto sedimentato sotto il chiacchiericcio e il rumore,
il silenzio e il sentimento,
lâemozione e la paura,
gli sparuti incostanti sprazzi di bellezza
e poi lo squallore disgraziato
e lâuomo miserabile.
Tutto sepolto nella coperta dellâimbarazzo
dello stare al mondo,
bla bla bla bla.
Altrove câè lâaltrove,
io non mi occupo dellâaltrove,
dunque che questo romanzo abbia inizio.
In fondo è solo un trucco,
si è solo un trucco.â